"Se debe tomar conciencia sobre la violencia de género"

Entrevista a Carmen Argibay. La integrante de la Corte Suprema dijo que la concientización de la sociedad es la única posibilidad de llegar a soluciones integrales con respecto a las agresiones contra la mujer.

Carmen Argibay fue la primera mujer en ser nominada para la Corte Suprema de Justicia en un gobierno democrático, e integra ese cuerpo desde febrero de 2005. Forma parte de la Asociación Internacional de Derecho Penal y miembro fundadora de la Asociación Internacional de Mujeres Jueces, organización que presidió desde 1998 hasta 2000.
De visita en Córdoba para presentar el libro Derechos humanos, género y violencias , Argibay aseguró que la violencia de género se sustenta en un paradigma cultural difícil de cambiar, y que no tendrá solución integral hasta que todos los estamentos de la sociedad tomen conciencia de la gravedad del problema.
“Estamos en el buen camino, pero todavía falta mucho”, aseguró a La Voz del Interior , y sostuvo que “desde el jardín de infantes hay que empezar a evitar que haya discriminación contra la mujer, y a enseñar por qué no deben tolerarse los actos de violencia de género”.
Reconocida por sus posturas progresistas, la jueza tampoco evitó la polémica sobre la despenalización del aborto.
–¿Cómo ve hoy el problema de la violencia de género en la Argentina? ¿Considera que en los últimos años ha habido una evolución en la forma en que se encara el tema en la sociedad?
–En realidad ha habido diversas manifestaciones de que el tema de violencia de género se está encarando, y que la cuestión de la violencia y de la perspectiva de género tienen que entrar a formar parte en todos los estamentos de la sociedad. Pero mientras la sociedad no tome conciencia de la gravedad del problema, no vamos a tener soluciones prontas o integrales. Porque se pueden tomar por ahí medidas de educación y de capacitación, y también medidas de ayuda para quienes son víctimas de la violencia, pero realmente ésas son soluciones parciales. Hasta que no haya un consenso social sobre lo que implica la violencia de género sobre las mujeres, no vamos a poder pasar de esas soluciones parciales, que en algunos lugares son mejores y en otros son peores, en función de los presupuestos y la disposición de los gobiernos para solucionar estos temas.
–Es básico entonces cambiar la cuestión cultural de fondo y no sólo que cambien las leyes.
–Siempre importa porque son pequeños pasos que se van dando en una dirección. El asunto es que no es suficiente para evitar un problema que tiene gran magnitud en nuestro país.
–¿Usted cree que han aumentado estos casos o que ahora son más visibles que antes?
–Yo no creo que hayan aumentado los casos de violencia contra la mujer, los femicidios o la violencia doméstica. Sí creo que ahora se ve más, y ése también es un paso importante para que la sociedad tome conciencia. Se sabe más porque se denuncia, y porque ha habido medidas que permiten que las mujeres se acerquen a denunciar la violencia de la que han sido víctimas. Es indudable que algo ha mejorado.
–Pero todavía hay mucho camino por hacer, en especial en algunos lugares del país.
–Sí, todavía nos falta mucho porque hay lugares del país adonde esto no ha llegado y en los que todavía rigen las políticas patriarcales y de dominio, en las que la mujer ni siquiera se anima a dar un paso fuera de su casa para denunciar a un golpeador. Y esto es lo que hay que llevar a la conciencia de toda la sociedad y no sólo de algunos grupos que, en general, están en las capitales o en las ciudades importantes. Además, la cuestión es que a las soluciones parciales habitualmente las tenemos implementadas en las grandes ciudades, pero no en todos lados.
–¿Qué piensa del papel que cumple la Policía como primer receptor de las denuncias, que en muchos casos sigue siendo el primer obstáculo?
–Exactamente, ése es uno de los grandes problemas. Por eso esta Corte inició la Oficina de Violencia Doméstica para poder recibir las denuncias, porque si no era muy difícil que las mujeres pudieran llegar. En Córdoba hay una réplica de esto, pero esto, como ya dije, está sucediendo en las ciudades importantes. Por eso, exige una solución de fondo que tiene que abarcar todos los niveles y todas las ocupaciones vinculadas al tema. O sea, no sólo a los jueces, sino también a los policías, los fiscales, los asistentes sociales, toda la parte educativa. Y, a su vez, no sólo se deben tomar medidas que les permitan a las mujeres denunciar la violencia, sino también que puedan tener programas de protección para que después no sigan siendo maltratadas y hasta asesinadas por las personas que denunciaron y pusieron en manos de la Justicia.
–¿Usted considera que la violencia de género debería estar tipificada en el Código Penal argentino como un delito específico?
–En realidad, esta es una discusión académica, porque en cierta medida está contemplada en el homicidio agravado por el vínculo. Lo que pasa es que ahora, como estas cuestiones han cambiado, se debería agregar que el vínculo no sólo se refiere al matrimonio, sino también al vínculo de pareja simplemente, o de conviviente, o como se le quiera llamar. O sea, que es una reforma muy pequeña la que debería hacerse.
Cuestiones de acceso
–En su experiencia, ¿el acceso a la Justicia en general también es más dificultoso para las mujeres que para los varones?
–Sí, por cierto. Tenemos muchas dificultades para el acceso a la Justicia, en primer lugar por los factores culturales, por los cuales la mujer está acostumbrada a que todas las cosas que le pasan tiene que aguantárselas, porque durante siglos ha sido así. Primero, dominada y custodiada por el padre, después, por el marido, y si éste se moría, por el hijo mayor o cualquiera. Y toda la estructura del proceso judicial no contempla la intervención de las mujeres que son actoras novedosas en este ámbito. Después tienen la dificultad de la distancia, y de con quién dejar a los chicos, o a sus padres ancianos; tienen la dificultad de movilizarse en un mundo donde en general la mujer está en la casa. Aparte, muchas veces no tienen dinero para ir a Tribunales, que no suele estar en su recorrido, y muchas veces ni siquiera en el lugar donde viven.
–¿Y cómo se mejora esa realidad?
–Como todas las cosas, con trabajo y educación, y buscando soluciones imaginativas. Así, en algunas provincias han creado lo que llaman “Casas de Justicia”, es decir como los dispensarios médicos, para orientar a la gente si tiene que ir a una mediación o si es una cuestión que puede resolverse sin ir a la Justicia, con la presencia de fiscales, defensores oficiales, además de asistentes sociales. Y otras soluciones pueden venir por otros medios ahora que tenemos las comunicaciones facilitadas por vía electrónica. Pero siempre hace falta educación y formación, en especial en los agentes judiciales. Y eso lleva su tiempo, pero estamos trabajando en esa dirección.

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